Que trata de España
Uno creía que aquellos a quienes se les llena la boca de España serían los primeros en volcarse ante los problemas de la patria, pero parece que no es así. O también pede ser que la llegada de cayucos no sea un problema digno de ser atajado desde cada uno de los rincones del país.
Algo debe fallar en mi apreciación porque si no es así no se entiende que Comunidades Autónomas tan "españolas", o de gobiernos tan "españoles", como La Rioja se nieguen a aceptar la atención de inmigrantes o acepten números tan elevados como 5, que es lo que acogerá Castilla y León, según parece.
Me resulta muy curioso que un partido que habla constantemente de la ruptura de la patria no se vuelque en las situaciones que afectan a la totalidad de la nación, que afectan a la humanidad, con mayúscula y sin ella.
¡Ay, España, mi España!
Las lágrimas
Me gusta llorar y no me gusta llorar.
Me gusta llorar de alegría, me gusta llorar al ver una película de esas de moco y pañuelo.
No me gusta el llanto que provoca el dolor, ni la rabia, ni la indignación, ni la impotencia.
Hoy he llorado de alegría, he explotado en lágrimas auténticas, de las buenas, de las bienvenidas.
¡Qué cosa tan rara esta de las lágrimas! Tan pronto llegan para certificar la desgracia como para subrayar que, a veces, pocas veces, algo queda de esperanza.
70 Aniversario del comienzo de la Guerra Civil Española
Con esto del 70 aniversario de la
Guerra Civil y la
Ley de Memoria Histórica que ayer aprobó el Gobierno, me ha dado por leer este verano libracos sobre el conflicto. Y ya llevo unos pocos:
-
La Guerra Civil Española, de Paul Preston.
-
Los mitos de la Guerra Civil, de Pío Moa.
-
Una historia de la Guerra Civil que no gustará a nadie, de Juan Eslava Galán.
-
Los intelectuales en la Guerra Civil, de Andrés Trapiello.
No son muchos, es verdad, pero suficientes para darme cuenta de que setenta años después las heridas siguen abiertas y todavía no es posible un acercamiento al conflicto como mero objeto histórico; antes al contrario, parece que en los últimos tiempos el tratamiento es aún más pardista y es utilizado por algunos autores para enjuiciar, de manera directa o indirecta, hechos del presente, como es el caso del libro de Pío Moa, según mi humilde parecer.
De los libros señalados arriba recomendaría, sin duda, el de Paul Preston, que es un clásico ensayo histórico. Sin embargo, si lo que se busca es lectura amena y desdramatizadora de los terribles acontecimientos del 36, la obra de Eslava es una buena opción, aunque hay que tener en cuenta que no se trata de un tratado histórico, sino de un texto narrativo en el que el autor aborda los acontecimientos con una buena dosis de humor y abundancia de frases y anécdotas. Como muestra, un botón: la definición del requeté dada por Indalecio Prieto (creo recordar):
"Animal que después de comulgar ataca al hombre"
Este es el tono del libro de Eslava.
De la obra de Pío Moa prefiero no decir nada, aunque supongo que habrá muchas personas que disfruten con ella. Yo no lo he hecho.
Y el de Trapiello, la verdad, no me ha aportado cosa que no supiese.
La lectura sobre la Guerra se convierte en una especie de vicio, al menos para mí, y no puedo abandonar el tema sin más. Para un futuro próximo ya tengo pensado un plan de lecturas: Payne, Villar, Santos Juliá, entre los historiadores, y, sobre todo, adentrarme en la ficción, en la literatura sobre la Guerra: Foxá, Barea, Orwell, Malraux, Hemingway, Gironella entre los contemporáneos del conflicto, y Chacón, Vila, Cercas, etcétera, entre los autores actuales. Bastantes obras ya las he leído, pero pienso que necesito releerlas y cubrir algunas lagunas.
Expresionismo abstracto
La autora de la pintura es Marla Olmstead. Más información sobre ella en
20 Minutos, con
galería fotográfica incluida. También, por supuesto, en
la propia web de la artista. Una buena ocasión para reflexionar sobre qué es el arte.
Más realidad y ficción
"Macondo era entonces una aldea de 20 casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo"
Con esto del verano la vida se me presenta más relajada. Hoy, mientras tomaba café,
leo en el gratuito ADN que el alcalde de Aracataca ha propuesto una consulta popular para añadir al nombre real de la población el imaginario del microcosmos creado por Gabriel García Márquez a partir de la misma. Otra vuelta de tuerca en la confluencia entre realidad y ficción: lo real se traviste de ficticio para volver a entroncar más adelante con la más pura realidad.
Pero la vuelta de tuerca no ha podido ser completa y la consulta popular no fue respondida por el mínimo exigido por la ley colombiana. Aracataca
no incorporará el nombre de Macondo y ambas poblaciones, la de los 22.000 habitantes reales y la de los emigrantes que siguieron a José Arcadio Buendía para fundar un mundo nuevo, seguirán existiendo en sus mundos paralelos.
Lo justo
A veces, el viento trae la certeza de que no hay una brizna de justicia en este mundo. Se trata de una impresión explosiva, una especie de flash que ilumina la percepción de lo que nos rodea convirtiéndonos, por un momento, en videntes de la verdad. Son pequeñas pistas las que nos hacen pensar así: un plato que de repente estalla contra el suelo, un frenazo, el reventar de un globo y el llanto de un niño, una cría de gorrión caída en el suelo. Pequeños detalles, en suma.
Claro que esto de la justicia es muy relativo, depende de cómo lea la situación cada cual y de cómo se valore lo aportado y lo recogido. La fábula de la cigarra y la hormiga me ha resultado siempre muy ilustradora a este respecto, porque es tremendamente injusto que la cigarra se alimente a costa del trabajo incansable de la hormiga, pero también lo es, sin lugar a dudas, que el pobre animal acabe muriendo de hambre mientras la puñetera hormiga envejece un invierno más entre sus abundancias. Una situación difícil que nos obliga a tomar partido a sabiendas de que todos somos cigarras y hormigas dependiendo de las circunstancias, aunque se nos olvide a menudo que un día fuimos cigarra o fuimos hormiga y nos permitamos juzgar al otro según el rol que desempeñemos en ese momento.
Un asunto difícil, reitero, esto de la justicia o no de las situaciones, de las acciones personales, del mundo. Tan complejo y cambiante en nuestras apreciaciones que necesitamos buscar una explicación trascendente: los justos serán premiados. Y, entonces, aparecen las construcciones verbales en futuro que apaciguan el desasosiego. Pero más adelante siempre acabamos planteándonos la misma idea de futuro. El porvenir se nos escapa entre los dedos, como un puñado de fina arena que quisiéramos mantener en las manos, que apretamos y, mientras más lo hacemos, mayor es la fuga. Llegamos a pensar, al igual que aquellos “punk” de los ochenta, que no hay futuro y, por ende, que no hay justicia, y volvemos a ser cigarras u hormigas según sople el viento del momento, horrorizándonos por ser cigarras, indignándonos por ser hormigas. Volando de una a otra postura, viviendo como quien navega por un temporal que arroja nuestros cuerpos vehementemente contra las márgenes de la vida. En esto se nos va el tiempo, dejándonos a la mayoría, a la medianía, insatisfechos con casi todo lo que hemos protagonizado, pendientes de cosas tan vagas como la trascendencia, la memoria o el saber estar; aspirando, en muchas ocasiones, a ser pagados con un epitafio en el que se diga, sucintamente, “Supo estar. Navegó y no se hundió”.
Referendum
Ayer hubo referendum en Cataluña.
- ¿No me digas, tío?
Pues sí, fíjate lo que son las cosas, que casi no nos enteramos en el resto del país, estado, península o cosa, como llamemos a esto, con lo del fútbol.
- ¡Oye, habla por ti!
Pues eso hago, hablar por mí. El caso es que anoche, entre partido y partido, estuve escuchando un rato la radio, que estaba aburridilla, por cierto, con eso del referendum.
Así y todo me hizo gracia escuchar a uno de nuestros Padres de la Patria haciendo malabares con los porcentajes de participación y de noes. Para el susodicho, resulta que el 51 % de abstención debe sumarse al veintinosecuantos de noes y así terminar diciendo que el setenta y tantos por ciento de síes, prácticamente, no tiene valor. En fin, un delirio, creo.
Con lo anterior no quiero que nadie piense que estoy de acuerdo con unos o con otros, porque lo triste de esto es que me da igual. Probablemente sea un gravísimo error por mi parte, pero no puedo evitar pensar que esto del estatuto de Cataluña no es tan importante ni supone la disolución del estado ni la entrada en un proceso de balcanización que nos lleve a sabe Dios qué. Y es que soy una mente cándida.
Del fútbol como una de las Bellas Artes
Y después hay gente por ahí que va de estirada y desprecia la dimensión artística del fútbol, sus pompas y circunstancias...
A vueltas con el relativismo
Parece que desde la llegada de Benedicto XVI la palabra "relativismo" es la estrella fulgente del discurso católico o, mejor, ultracatólico. El cardenal Cañizares
expresa su descontento con la nueva asignatura de Educación para la Ciudadanía porque plantea, a su juicio, "un relativismo moral y una relación instrumental entre los hombres". La verdad es que desconozco que contenidos se impartirán en esta asignatura nueva, pero supongo que incluirá cuestiones que tengan que ver con la educación vial, educación para la salud, derechos humanos, coeducación, tratamiento de inmigrantes, formación en valores democráticos y otros contenidos que las leyes educativas anteriores incluía como "contenidos transversales" que debieran abordarse desde todas las asignaturas pero que raramente se acababan tratando en el aula. No sé, la verdad, en qué consistirá ese relativismo al que se refiere el señor, monseñor, Cañizares.
También los obispos andaluces -¡Ay, mis obispos!- se reunieron el otro día para tomar unas cañas y
hablar de sus cosas. Al final de la reunión se dejaron caer con un folleto que distribuirán gratuitamente -¿de dónde sale el dinero, por cierto? Ah, sí, de la declaración de la renta y del Concordato ese- en las respectivas diócesis en el que expresan su preocupación por el nuevo Estatuto de Autonomía de Andalucía porque "relativiza la unidad de España como nación". Que digo yo que esa parte de los Evangelios donde se dice algo así como dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios no se la han leído estos señores, monseñores. O sí, pero han "relativizado" su significado, pienso.
Ley del mínimo esfuerzo
Me gustas cuando dices tonterías,
cuando metes la pata, cuando mientes,
cuando te vas de compras con tu madre
y llego tarde al cine por tu culpa.
Me gustas más cuando es mi cumpleaños
y me cubres de besos y de tartas,
o cuando eres feliz y se te nota,
o cuando eres genial con una frase
que lo resume todo, o cuando ríes
(tu risa es una ducha en el infierno),
o cuando me perdonas un olvido.
Pero aún me gustas más, tanto que casi
no puedo resistir lo que me gustas,
cuando, llena de vida, te despiertas
y lo primero que haces es decirme:
«Tengo un hambre feroz esta mañana.
Voy a empezar contigo el desayuno».
Luis Alberto de Cuenca, El hacha y la rosa (1993).
Me pregunto, ¿qué sentido tiene empeñarse en decir, en escribir cosas cuando alguien ya las ha dicho o escrito por ti?
Sorpresas
Hace unos días compre casi a ciegas un lote de estilográficas. Hoy me ha llegado el paquete.
Lo he abierto con tremenda ilusión por ver lo que en él había y su estado. Siete plumas: un par de
Parker 21, Johnson, Kohinoor, alguna Inoxcrón de primera época. Y entre ellas, una preciosa
Parker Vacumatic de celuloide rayado, fabricada en Canadá en los últimos años treinta y primeros cuarenta. Su estado es, aparentemente, bueno. Creo que solamente tendré que dejarla en remojo durante unos días, cargarla y escribir. Lo cierto es que no esperaba una sorpresa tan agradable. Es verdad que la había visto en fotos, aunque no eran tan buenas como para identificar la pluma y, además, no es lo mismo sentir su peso y su tacto. Suave, muy suave.
Lo geek
Es que uno no sirve ni para ser geek.
Hasta hace nada de tiempo estaba completamente decidido a cambiar mi portátil, ya algo anciano, renqueante y aquejado de problemas de energía. Quería algo pequeño y ligero, rápido, con una batería que me garantizase al menos tres horas continuadas de trabajo. He estado mirando marcas y modelos: Sony, Samsung, HP, Apple. Casi estba decidido ya por cruzar otra frontera y pasarme a la marca de la manzana mordisqueada, que siempre he sentido un no sé qué por esos aparatos desde aquellos modelos mandarina. Sí, me había decido por uno de los nuevos y blanquitos MacBook, tan monos y tan pijos; tan diferentes.
Pero no fui a comprarlo. Pensé en esperar hasta las vacaciones, por el aquel de que rodase el nuevo modelo, porque leía por ahí que se calentaban; en fin, porque sí. Y en la espera he seguido pensando y pensando. He visto otras cosas, me he despojado de las orejeras informáticas y he encontrado
La casa de las estilográficas.
Hoy me doy cuenta de que si quiero portabilidad y diseño, monerías y pijadas, no hay nada mejor que una buena
Visconti, por ejemplo, y un cuadernito tamaño cuartilla de páginas blancas y pastas duras. En esta semana sin falta iré a alguna de esas papelerías del centro con mostradores de madera y vitrinas de cristal, hablaré con el dependiente, me enseñará diferentes modelos, dudaré entre uno u otro y acabaré saliendo de la tienda con un breve paquetito que contendrá portabilidad, diseño, tradición, exclusividad. Me pasearé por mi mundo con una estilográfica en el bolsillo de la camisa y un cuadernito en las manos. Y no necesitaré más batería que la necesaria para cargar mi cuerpo cada mañana.
La gente está "grillada"
He vuelto a retomar este blog, que desde hace casi un año no tocaba, y me encuentro con una enorme cantidad de comentarios, así como con muchísimas visitas diarias para lo que cabía esperar de los contenidos que he ido poniendo. Me sorprendo, evidentemente. E investigo.
Resulta que los grandes "bombazos" de este blog de mis entretelas no tienen nada que ver con su espíritu ni su razón de ser, sino que se debe, más bien, a hilos de conversación generados por alguna referencia incluida en un post y que después ha cobrado vuelo autónomo en las manos de los visitantes. Os pongo un ejemplo.
En
"una historia facilona", me sorprendía de las extraños azares de la búsqueda en Internet que llevan a una persona a un blog concreto y cómo habían llegado a
Las letras y las cosas gentes que introducían textos como 'pactar con el diablo'. Al hilo de eso, y por hacer el comentario facilón, me ponía estupendo y escribía la siguiente frase:
"Que yo sepa no he esrito nunca sobre hacer pactos con el diablo; de hecho me da mucho miedo, muchísimo, que después va y te nace Satanás en el piso de al lado, como en la peli de Polanski
La semilla del diablo."
En un primer momento el post recibió algún que otro comentario de visitantes habituales de aquel entonces, pero a partir de comentario número nueve, en el que alguien decía que quería pactar con el Diablo, se precipitó una lluvia de anotaciones en esa línea y, aún hoy, tres años después, siguen llegando comentarios de personas que quieren pactar con el Enemigo, con el Compadre.
La verdad es que la cosa me parece delirante, por lo necesitado que está el personal, y una perfecta demostración de que en esto de los blogs los autores no tenemos casi ningún control sobre la derrota de nuestras historias.
Vacío
Sin apenas darme cuenta de lo que hacía,
mis piernas, columnas móviles,
me llevaron a la frontera.
Sin ser consciente de mis actos,
un pie tras otro, un paso
lleva a otro paso,
crucé la línea que separa lo que fui de lo que soy.
Ahora estoy del otro lado
y contemplo la película de mis recuerdos:
medianía, color gris, nada que reseñar.
A eso –vacío- se reducen estos cuarenta años.
Juan Ramón y el mar
En ti estás todo, mar, y sin embargo,
qué sin ti estás, qué solo,
qué lejos, siempre, de ti mismo!
Abierto en mil heridas, cada instante,
cual mi frente,
tus olas van, como mis pensamientos,
y vienen, van y vienen,
besándose, apartándose,
en un eterno conocerse,
mar, y desconocerse.
Eres tú, y no lo sabes,
tu corazón te late, y no lo siente...
¡Qué plenitud de soledad, mar solo!
Ahora que andamos en celebraciones de ciencuentenarios de nóbeles es un momento fantástico para acercarse de nuevo a la poesía de Juan Ramón. Aunque pueda parecer una barbaridad literaria, un delito de lesa majestad o una declaración cínica propia de
enfant terrible, he de decir que no soy muy juanrramoniano, pero de vez en cuando me gusta leerlo, en especial el
Diario de un poeta reciencasado, publicado en 1917 y escrito esencialmente a raíz de su viaje de novios a Estados Unidos.
El poema que os he puesto más arriba es, probablemente, de mis preferidos porque en él el verso va y viene como las olas del mar, leerlo me hace ver y sentir el oleaje en un prodigio de ritmo poético conseguido mediante las pausas versales. Y lo mejor de este poema es que en el libro hay más.
Johnny Cash en la prisión de San Quintín
Ana
Se llamaba Ana, y era una señorita.
Después de la toma de Badajoz por la Legión en agosto de 1936, la ciudad se llenó de heridos y Ana -Anita- decidió que era momento de ayudar en la medida de sus posibilidades. Se presentó en uno de los hospitales de campaña y puso sus manos a disposición de quien las necesitase, mirando solamente el sufrimiento y no la filiación del herido. En ese hospital estaba ingresado Rafael, que había perdido un brazo en el asalto.
Rafael era legionario. Siempre me han contado que, cuando vio a Ana, pensó que con esa niña él se habría de casar. También me han contado que Ana no le prestaba más atención que a otros enfermos, que en ningún momento dio pie a que el oficial legionario pensase que había algún futuro para sus deseos.
Pasó el tiempo y Rafael sobrevivió a la amputación de su brazo. Salió del hospital y Ana no supo más de él hasta que acabó la Guerra. Un día del verano de 1940, Rafael llegó al pueblo. Llegó vestido de oficial impecable, cargado de medallas, y llamó a la puerta de la casa de Ana, que ya casi no le recordaba. Me dicen que entró muy ceremonioso, que traía un paquete de café portugués y un poco de aceite, que habló largo tiempo con el padre y que, al final de la tarde, pidió permiso para pasear con la niña por el camino de los cipreses. En el paseo, Rafael pidió a Ana que se casara con él. Y Ana dijo que no, que no lo conocía lo suficiente. Rafael se fue, pero volvió al domingo siguiente, y al siguiente, y uno tras otro, durante casi cuatro meses. En Navidad volvió a pedirle matrimonio y Ana volvió a decir que no. Pero Rafael no parecía dispuesto a renunciar. No sé si serán exageraciones, pero siempre se ha contado en mi familia que el héroe legionario sacó su arma corta y apoyó el cañón sobre su propia frente:
- Si no te casas conmigo, me mato.
Ana acabó casándose con él. Por miedo, porque había pocas salidas para una muchacha en el año 40, por la presión de amigas y familia, porque, total, qué más quieres, si es un héroe de guerra con pensión garantizada. Por lo que sea, incluso porque algo de amor había nacido entre ellos, se casaron en la primavera de 1941.
Tras la boda, el traslado a Sevilla. Adiós a la familia y al entorno. Comienzo del infierno. Rafael era brutal. Jamás le puso una mano encima, es verdad, pero era seco, desconsiderado, despreciativo, egoísta. En poco tiempo nacieron los hijos: uno, otro, otro y otro más. Y el Infierno se fue poblando de gritos, bofetadas y correazos, mientras ella, la que un día fue enfermera de guerra, limpiaba las heridas físicas y morales de sus criaturas.
Los hijos fueron creciendo y las relaciones con el padre empeorando. Rafael parecía pensar que más que un hogar, el suyo era un cuartel en el que gobernaba con mano dura sobre una tropa que parecía rebelarse a la mínima. Y Ana observaba, callada, quizás por miedo a sufrir en carne propia lo que sus hijos varones tenían que soportar a diario, probablemente por no empeorar las cosas aún más, que nadie mejor que ella conocía al hombre que había sido capaz de ganarla gracias a una pistola.
El héroe legionario murió a finales de los 70. Recuerdo haber ido a su funeral y no ver a nadie derramar una lágrima por el difunto. Recuerdo a Ana en silencio, vestida de negro, junto a su hija. Me contaron que tras el entierro Ana volvió a casa y lo primero que hizo fue dirigirse a la vitrina del salón, abrir el cajón de arriba, tomar la pistola de la que un día se sirvió Rafael para arrancarle su palabra de boda, guardarla en una caja y llevarla a una comisaría cercana para que se deshiciesen de ella. Supongo que el día de la muerte de Rafael fue el día de la resurrección de Ana.
Desde entonces la he visto varias veces, siempre preocupada por unos hijos que al poco tiempo acabaron volviendo al hogar, una vez que el tiempo, la vida y la muerte hubieron acabado con el campo de batalla en que lo convirtió el héroe de guerra, caballero legionario.
Esas sensaciones...
¿No habéis tenido nunca una terrible sensación de metedura de pata?
Dibujo de Pepe González
Faetón
De Don Juan de Arguijo,
poeta sevillano del s. XVII.
Pudo quitarte el nuevo atrevimiento,
bello hijo del Sol, la dulce vida;
la memoria no pudo, qu'extendida
dejó la fama de tan alto intento.
Glorioso aunque infelice pensamiento
desculpó la carrera mal regida;
y del paterno carro la caída
subió tu nombre a más ilustre asiento.
En tal demanda al mundo aseguraste
que de Apolo eras hijo, pues pudiste
alcanzar dél la empresa a que aspiraste.
Término ponga a su lamento triste
Climente, si la gloria ganaste
excede al bien que por osar perdiste.
...
Si la gloria que ganaste excede al bien que por osar perdiste... ¿Y a quién importa la gloria? ¿Y a quién importa Faetón a estas alturas de mediocridad? Vivir -metafóricamente hablando, si ello es posible- es el valor máximo: vivir el momento, mi momento, mi yo; no pensar en lo por venir, no pensar en aquello que no se puede tocar, disfrutar con los sentidos... ¿Y la gloria? ¿Y el honor? ¿Y la palabra dada? ¿Y el obrar de acuerdo a lo que expresamos? Desvarío, desvaríos.
Pensamiento naïf (I)
“Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social”.
(Constitución española, Título I, Capítulo 2º, Artículo 14)
Miserias docentes
Sé que no debería hacerlo, pero no puedo evitar compartir con quien llegue por aquí la respuesta que acabo de leer en un examen de 4º de ESO.
Cito textualmente:
Literatura de Gustabo Adolfo Beke (1537-1570)
Es narrativa, esta clasificada en poesia y teatro, su prosa esta en versos.
(Ya ha terminado la cita.)
¿Y ahora que hago? Me he tirado una semana enterita hablando de Bécquer en clase, de su forma de entender el trabajo del artista, de su obra poética y en prosa, de su localización dentro de la Literatura española, de su significación como pórtico de la literatura del siglo XX. Después hemos leído algunos poemas, una leyenda, un par de fragmentos de sus cartas. Llevo todo el santo curso intentando que no confundan términos tan básicos como verso y prosa, por no hablar de la ortografía y puntuación, claro. Y al final, en el último examen, me encuentro con cosas como las que habéis leído. Y lo peor es que la alumna en cuestión se ha despedido de mí diciéndome "Maestro, ¡qué guay me ha salido el examen!" y ha terminado con algo así como que sabía que iba a preguntar Bécquer.
Y es que ha bordado el ejercicio.
Eugénio de Andrade
Ayer, 13 de junio de 2005, murió
Eugénio de Andrade, poeta.
Os dejo un poema de enorme urgencia.
É urgente o Amor,
É urgente um barco no mar.
É urgente destruir certas palavras
ódio, solidão e crueldade,
alguns lamentos,
muitas espadas.
É urgente inventar alegria,
multiplicar os beijos, as searas,
é urgente descobrir rosas e rios
e manhãs claras.
Cai o silêncio nos ombros,
e a luz impura até doer.
É urgente o amor,
É urgente permanecer.
Yo no sé ustedes, pero me quedo con la urgencia de destruir ciertas palabras, algunos lamentos y muchas espadas.
No lo puedo evitar
Aquí estamos todos para cantarte tu canción,
estamos apiñados como balas de cañón
y es que no hay quien pueda con esta afición
y aunque último estuvieras siempre te ven campeón.
Beeeeeetis, Beeeeeetis, Beeeeeetis.
Ahora Betis, ahora, no dejes de atacar
ahora Betis, ahora porque el gol ya va a llegar.
Beeeeeetis, Beeeeeetis, Beeeeeetis.
Hay una leyenda que recorre el mundo entero,
verde y blanco sus colores,
blanco y verde es el sendero,
luz en la mañana y en la noche quejío y quiebro.
Betis musho Betis, en el mundo lo que más quiero.
Luz en la mañana y en la noche quejío y quiebro.
Betis musho Betis, en este mundo lo que más quiero.
Beeeeeetis, Beeeeeetis, Beeeeeetis
Ahora Betis, ahora, no dejes de atacar,
ahora Betis ahora porque el gol ya va a llegar.
Beeeeeetis, Beeeeeetis, Beeeeeetis, Beeeeeetis, Beeeeeetis.
Proyectos futuros
Como se va acercando el verano y, con él, las vacaciones de este honrado trabajador, estoy comenzando a plantearme la estrategia bloguera para enfrentarme al período. Resumiendo, creo que me encuentro ante varias alternativas:
- Cerrar el chiringuito hasta septiembre.- De momento no me apetece demasiado. Además, si me pongo a mirar el historial de esta bitácora me doy cuenta de que es precisamente durante el verano cuando más suelo escribir.
- Seguir a la que salta y me apetezca, como estoy haciendo hasta ahora.- Es la opción más lógica, desde luego, y, probablemente, por la que me decantaré, que yo no sirvo -y está demostrado- para llevar adelante empresas de enjundia.
- Acometer un proyectillo de escritura a largo plazo.- Es tentador, pero conociéndome como me conozco, estoy seguro de que me quedaré en las primeras entregas, como ha sucedido en otras ocasiones.
Esta última opción, al menos hoy, me apetece bastante. De hecho he estado pensando varios objetos para dicho proyecto. Os voy a apuntar solamente dos:
- El mundo alrededor del Caboclo. Trataría de componer una pequeña galería de retratos de la gente que me rodea y que cada día me hace pensar qué coño pinto en este mundo. Apunto algunos personajes: la Sra. Catedrática más catedrática que ninguna, Cuñado I el Católico, la que un día fue modernísima mas fuese y no hubo nada, el Sr. Bigotudo al que desde lejos se saluda, Mr. Trotski, Mrs. Funcionaria que no funciona, Cuñado II el Irresponsable impaciente, el Chiquitito de la Vega. En fin, son algunos personajes que me pasan por la cabeza y que pueden dar algún juego.
- Otra posibilidad para abordar durante mis bien ganadas vacaciones de dos meses -ahí duele, eh- es dedicarme a la confección de una especie de manifiesto -que es algo muy de moda- o texto expositivo sobre el pensamiento naïf, término que debo a una sugerencia de la Sra. Catedrática más catedrática que ninguna, con el cual creo identificarme en buena parte. Mi idea sería la de señalar las que, a mi juicio, pueden ser sus características básicas, sus fuentes culturales, así como ejemplificar las ideas esenciales en textos artísticos, si es posible. La realidad es que, como quiero creer que podemos ser muchos los que nos alineemos con este pensamiento naïf, lo suyo sería abrir un wiki, por ejemplo en
eApuntes, para que el texto fuera haciéndose con la colaboración del personal. No me digáis que no es una bonita idea veraniega.
Bueno, alguna otra cosilla se me ocurre, pero creo que por hoy ya vamos bien servidos. Hasta otra.
Pactar con el Diablo
Llevo un par de días pensando qué escribir sobre la manifestación del sábado. Llevo desde el domingo leyendo y oyendo cosas. No sé por qué, considero que debo decir algo, aunque la realidad es que no creo que importe a nadie lo que pueda escribir en estas páginas; además no sé en qué tono hacerlo porque no quiero ofender a nadie.
Es complicado.
Comprendo que algunas víctimas del terrorismo se sientan traicionadas por un gobierno que abre una posibilidad al diálogo con ETA si se dan unas condiciones mínimas. Las entiendo. Probablemente si yo hubiera sufrido el drama de la pérdida de un ser querido también estaría indignado. Ahora y antes, en 1998.
Pero..., pero no creo que exista más alternativa para acabar con el terrorismo que sentarse en una mesa a dialogar. La vía policial es la que se ha seguido siempre y, gracias a ella, se detienen terroristas. Bien. Pero sigue habiendo más. Sinceramente, creo que hay que dar una oportunidad a la paz aunque cueste, aunque apeste.
Hoy escuchaba a un político -perdonadme la inconsistencia de la cita, pero no recuerdo quién era- decir algo así como que la política la hacen los vivos y no los muertos. Es una afirmación fuerte. Lo sé. También creo que es una declaración a la que no le falta razón, aunque cueste trabajo aceptarlo. Quizás sea necesario pensar en acabar con el terrorismo en un futuro cercano y hacer todo lo posible por llegar a dicho objetivo, y probar todos los caminos para llegar a ese fin. Ya sé que suena a Maquiavelo, pero la mínima posibilidad de que estalle la paz lo merece, de manera que no existan nuevas víctimas del terrorismo.
La manifestación del sábado me ha hecho pensar que no soy una buena persona porque creo que hay que contar con las víctimas, sí, pero hasta cierto límite: hasta el momento en que haya que decirles que sentimos en lo más hondo su tragedia, que su tragedia es la nuestra, que su tragedia es nuestro fracaso, si queréis, pero que todos tenemos que pensar en cómo acabar con el terrorismo. Cueste lo que cueste. Ya sé que es mucho pedir. Ya sé que es una opinión. Ya sé que no soy víctima del terrorismo. Ya sé que escribo desde la relativa comodidad del Sur. Sé todas esas cosas, pero es que no veo más salida que pactar con el Diablo.
Yo no sé
Yo no sé si escribir es,
tan sólo,
hacer memoria de lo vivido,
tan sólo revivir.
Yo no sé si será,
más bien,
sobrevivir a lo vivido,
justificar aquello,
dar sentido a lo que,
quizás,
nunca lo tuvo.
Yo no sé que sea esto de escribir;
probablemente,
si lo considerásemos terapia,
escribir fuera como matar moscas
a cañonazos.
Preguntas de Juan José Millás
Leo en
El otro diario un artículo de Juan José Millás titulado
"¿Es usted de extrema derecha?". En él el autor se formula muchas preguntas. Entresaco las que se refieren a la patria:
¿Utiliza usted la palabra patriota una vez a la semana o más? ¿La saca a relucir en momentos de gran tensión emocional para apelar a las vísceras de sus oyentes y no a su capacidad de raciocinio? ¿Finge entrar en un estado de arrobo místico cuando pronuncia este término en cuyo nombre se han cometido crímenes sin cuento a lo largo de la historia? ¿Le parece más importante la patria que las personas que viven en su interior? ¿Sería capaz de matar o torturar en nombre de la patria? Ponga una equis en el apartado correspondiente.
Mientras leo las últimas preguntas me acuerdo de la película de Ridley Scott,
El reino de los cielos, en la que se viene a decir que lo justo es luchar por las personas que habitan en la ciudad y no por sus piedras.
A veces se nos olvidan estas cosas, me parece.
Las dos Españas (y a la tercera va la vencida)
Pues tampoco hay que ponerse tan catastrofista como suelen hacerlo los de uno y otro lado. De vez en cuando aparecen
noticias que nos hacen pensar que, quizás, las cosas no son como parecen y que en medio de tanta palabrería, miedos arrojados a la cara, reivindicaciones o insinuaciones llenas de mala leche al hispánico modo hay un espacio para la esperanza.
(Ahora llega el momento en que me pongo rematadamente cursi)
¡Ha triunfado el amor!
Una vez más se demuestra el poder civilizador de la pasión amorosa como leemos en los innumerables testimonios literarios desde el Poema de Gilgamesh: solamente el cosquilleo amoroso puede hacer que los seres humanos contrariemos nuestras tendencias para -como diría Cernuda- dejar de perseguir nuestras nubes, olvidarnos de nosotros y renacer en el otro.
(Abandono la cursilería por un instante)
Decía Machado que una de las dos Españas helaría el corazón de ese nuevo españolito que venía al mundo. Se equivocaba -como la paloma-, porque don Antonio no pensó en la posibilidad de matrimoniar ambas. Ahí nace la tercera España, la que es capaz de dejar en la puerta del hogar las posturas políticas para centrarse en la política familiar.
Claro, que yo entreveo ciertos problemillas en el horizonte de esta pareja. Por ejemplo, ¿se pondrán de acuerdo en qué casilla poner la cruz de la declaración de la renta? ¿llevarán sus hijos a colegios públicos o privados? ¿irán juntos a las manifestaciones? ¿comprarán en Eroski o en El Corte Inglés? ¿Escucharán la COPE o la Cadena SER? ¿cómo llevarán el asunto del control de la natalidad?...
(Vuelta a la cursilería)
En fin, que esta tercera España de los corazones encontrados se enfrenta a peligros sin cuento que se abatirán sobre ella en el diario de sus vidas.
(Referencia cursi-cinematográfica final)
Pero todo lo puede vencer el amor, ¿o es que no recuerdan aquella película de la Hepburn y el Tracy titulada
La costila de Adán? Al final del filme, tras la gravísima crisis ideológica que sufre la pareja, el amor hizo que sus almas y sus cuerpos se encontrasen en un beso hollywoodiense que deja satisfechos a los espectadores ávidos de un happy end que lave las conciencias.
Cuidado
Me dijo un día mi papá:
- ¡Ten cuidado!
Y no le hice caso.
Como consecuencia, llevo cuarenta años de desgracias. Las primeras fueron las típicas infantiles: caídas y demás; después llegaron los desastres amorosos porque tampoco tuve el cuidado suficiente. Ahora mis equivocaciones son menos, tengo cuidado, piso con pies de plomo, me la cojo con papel de fumar y, cada día, me arrepiento de tener tanto cuidado.
Mi papá tenía razón -ahora lo comprendo-: no tenía que tener cuidado con las equivocaciones, sino tener cuidado con el propio cuidado. ¡Qué lástima que fuese un hombre de tan pocas palabras!