Pactar con el Diablo
Llevo un par de días pensando qué escribir sobre la manifestación del sábado. Llevo desde el domingo leyendo y oyendo cosas. No sé por qué, considero que debo decir algo, aunque la realidad es que no creo que importe a nadie lo que pueda escribir en estas páginas; además no sé en qué tono hacerlo porque no quiero ofender a nadie.
Es complicado.
Comprendo que algunas víctimas del terrorismo se sientan traicionadas por un gobierno que abre una posibilidad al diálogo con ETA si se dan unas condiciones mínimas. Las entiendo. Probablemente si yo hubiera sufrido el drama de la pérdida de un ser querido también estaría indignado. Ahora y antes, en 1998.
Pero..., pero no creo que exista más alternativa para acabar con el terrorismo que sentarse en una mesa a dialogar. La vía policial es la que se ha seguido siempre y, gracias a ella, se detienen terroristas. Bien. Pero sigue habiendo más. Sinceramente, creo que hay que dar una oportunidad a la paz aunque cueste, aunque apeste.
Hoy escuchaba a un político -perdonadme la inconsistencia de la cita, pero no recuerdo quién era- decir algo así como que la política la hacen los vivos y no los muertos. Es una afirmación fuerte. Lo sé. También creo que es una declaración a la que no le falta razón, aunque cueste trabajo aceptarlo. Quizás sea necesario pensar en acabar con el terrorismo en un futuro cercano y hacer todo lo posible por llegar a dicho objetivo, y probar todos los caminos para llegar a ese fin. Ya sé que suena a Maquiavelo, pero la mínima posibilidad de que estalle la paz lo merece, de manera que no existan nuevas víctimas del terrorismo.
La manifestación del sábado me ha hecho pensar que no soy una buena persona porque creo que hay que contar con las víctimas, sí, pero hasta cierto límite: hasta el momento en que haya que decirles que sentimos en lo más hondo su tragedia, que su tragedia es la nuestra, que su tragedia es nuestro fracaso, si queréis, pero que todos tenemos que pensar en cómo acabar con el terrorismo. Cueste lo que cueste. Ya sé que es mucho pedir. Ya sé que es una opinión. Ya sé que no soy víctima del terrorismo. Ya sé que escribo desde la relativa comodidad del Sur. Sé todas esas cosas, pero es que no veo más salida que pactar con el Diablo.