Parece que desde la llegada de Benedicto XVI la palabra "relativismo" es la estrella fulgente del discurso católico o, mejor, ultracatólico. El cardenal Cañizares
expresa su descontento con la nueva asignatura de Educación para la Ciudadanía porque plantea, a su juicio, "un relativismo moral y una relación instrumental entre los hombres". La verdad es que desconozco que contenidos se impartirán en esta asignatura nueva, pero supongo que incluirá cuestiones que tengan que ver con la educación vial, educación para la salud, derechos humanos, coeducación, tratamiento de inmigrantes, formación en valores democráticos y otros contenidos que las leyes educativas anteriores incluía como "contenidos transversales" que debieran abordarse desde todas las asignaturas pero que raramente se acababan tratando en el aula. No sé, la verdad, en qué consistirá ese relativismo al que se refiere el señor, monseñor, Cañizares.
También los obispos andaluces -¡Ay, mis obispos!- se reunieron el otro día para tomar unas cañas y
hablar de sus cosas. Al final de la reunión se dejaron caer con un folleto que distribuirán gratuitamente -¿de dónde sale el dinero, por cierto? Ah, sí, de la declaración de la renta y del Concordato ese- en las respectivas diócesis en el que expresan su preocupación por el nuevo Estatuto de Autonomía de Andalucía porque "relativiza la unidad de España como nación". Que digo yo que esa parte de los Evangelios donde se dice algo así como dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios no se la han leído estos señores, monseñores. O sí, pero han "relativizado" su significado, pienso.