De 2001 a Freedonia
Ayer volví a ver 2001, odisea en el espacio. Algunas reflexiones al respecto:
a) Bradbury y Kubrik se equivocaron al situar tan cerca los acontecimientos. Todavía no hay ninguna expedición planeada a Jupiter, al menos que yo sepa.
b) Después de no sé cuantos años y no sé cuántos visionados de la película, sigo sin enterarme del todo de lo que quiere decir.
c) A pesar de lo anterior, el filme me sigue dejando con la boca abierta plano a plano y secuencia a secuencia.
d) Aunque lo anterior es básicamente cierto, sigo sin encontrar el sentido de los diez minutos eternos de colorines después de la muerte de Hal 9000.
e) Es cojonudo que se pueda hacer una película de ciencia ficción sin que salgan bichitos alienígenas, espadas de colores, música estridente, despliegue de efectos especiales.
f) Es cojonudo que se pueda hacer una película de ciencia ficción que nos hable de los seres humanos, de la vida y la muerte, de la violencia, de la esencia de nosostros mismos y todas esas zarandajas que, personalmente, me gustan tanto.
g) Parecerá increíble al osado lector de esta bitácora pero, pese a que me sé la peli de memoria, volví a llorar cuando Hal muere. La escena de su eutanasia-ejecución me parece de lo más emocionante que he visto en pantalla -bueno, tampoco hay que exagerar-, sobre todo cuando la voz aterciopelada va perdiendo entidad y se va deformando y los últimos recuerdos de la máquina-hombre son para el instructor primero que le enseñó una canción, canción que queda en los labios -¿tienen labios los ordenadores-hombres?- mientras muere a manos del comandante.
h) Bueno, ni que decir tiene que es absolutamente maravilloso el arranque de la película con el mono, el monolito, la quijada, el amanecer de la vida y la violencia y, por supuesto, la música de Richard Strauss.
Bueno, el caso es que me volvió a gustar la película; creo que incluso más que otras veces.
Y después vi... a Rufus T, Firefly dirigiendo el estado de Freedonia. ¡Live, live, Freedonia!