A los 96 años se nos ha muerto la diosa. No hace mucho escribía en esta bitácora sobre el maravilloso
sonido de su cuerpo, y hoy, tan poco tiempo después, ya solamente es un eco. Katherine ha muerto, pero sus películas, su imponente presencia en cada uno de los fotogramas en que apareció, va a seguir conmigo/con nosotros. A modo de despedida, anoto aquí una parte del estribillo de la canción que a ella le dedicaban en
La costilla de Adán:
Mi fiel Amanda,
adiós, goodbye, adieu...
Adiós, Amanda, Katherine, reina de África, de la pantalla, de los tribunales, de Filadelfia, ondina de los estanques dorados, mujer del año o del siglo, costilla rebelde de Adán, fierecilla imposible de domar, bellísima pelirroja, torbellino, comprensiva y hospitalaria. Diosa del celuloide. Adiós. Ahora reinarás eterna.